Una pregunta muy frecuente a la hora de la limpieza es qué producto utilizar ¿lejía o amoníaco? Lo cierto es que ambos son muy eficaces y totalmente complementarios, y decantarnos por uno u otro dependerá, entre otras cuestiones, de la superficie a limpiar y del resultado que queramos conseguir.
A grandes rasgos podemos decir que la lejía es un poderoso desinfectante, mientras que la principal cualidad del amoníaco es su poder desengrasante.
Usos del hipoclorito sódico o lejía
La lejía resulta de la mezcla de hipoclorito sódico con agua. Se trata de un compuesto químico fuertemente oxidante y muy económico. Es desinfectante y posee un gran poder fungicida y bactericida. Algunos de sus principales usos son:
- Para la desinfección de piscinas.
- Como blanqueador para fibras textiles. Blanquea la ropa y elimina manchas, sin embargo, puede decolorar ciertos tejidos y materiales, por lo que debes usarlo con precaución. Se puede combinar con un detergente para lavar la ropa blanca, sin embargo, su uso prolongado en el tiempo y de forma recurrente puede deteriorar los tejidos.
- Para desinfectar los baños y otras estancias del hogar.
- Como oxidante en el proceso de potabilización del agua.
- Puede utilizarse como herbicida para impedir el crecimiento de las malas hierbas.
- Eliminar el musgo y el moho de los azulejos o paredes.
- Como desodorizante. Acaba con los gérmenes causantes de los malos olores.
- Para desinfectar la fruta y la verdura.
Usos del amoníaco, ¿para qué sirve?
El amoníaco es un gas incoloro que se produce de manera natural en el ambiente y se comercializa de forma líquida para su uso doméstico. Es comúnmente utilizado en la limpieza del hogar por su alto poder desengrasante. Sus principales usos son:
- Para la limpieza de cristales, ventanas y espejos, dejando un acabo brillante.
- En la limpieza de textiles como alfombras, moquetas, tapicerías e incluso ropa ya que no decolora ni deteriora los tejidos.
- Para la fabricación de fertilizantes de nitrato de amonio.
- Para la limpieza de azulejos y encimeras de la cocina y el baño.
- El amoníaco es comúnmente utilizado como un gas refrigerante en procesos industriales, ya que el amoníaco puede absorber grandes cantidades de calor del ambiente.
- Como elemento imprescindible en la fabricación de algunos productos como pesticidas, telas o plásticos.
- En calderas de vapor para elevar el pH y minimizar la corrosión.
- En sistemas de tratamiento de aguas residuales y de residuos.
- En la industria dedicada a la celulosa y el papel.
¿Desinfectar con lejía o con amoníaco?
Con la expansión de la pandemia del Covid-19 por todo el mundo, desinfectar diariamente, especialmente las estancias de mucho tránsito de personas, se ha convertido en una tarea necesaria, y es normal que surjan dudas al respecto, sobre la mejor manera de proceder para evitar no solo el contagio, sino también su propagación.
Si lo que queremos es desinfectar, sin duda, la lejía es la mejor opción. Su capacidad bactericida y su precio económico le hacen un producto ideal para la desinfección diaria de duchas, bañeras, lavabos, fregaderos, retretes, azulejos…
¿Cómo desinfectar con lejía?
- En primer lugar, procede a retirar con un paño húmedo cualquier resto de polvo y de residuos que hubiera sobre la superficie a limpiar.
- A continuación, prepara una solución de 20 ml de lejía con 1 litro de agua.
- Vierte la mezcla en una botella para pulverizar y humedece ligeramente el paño con el que vas a limpiar, o sumerge directamente la bayeta en la mezcla.
- Pasa la bayeta húmeda sobre la superficie a desinfectar.
Es importante que prepares la mezcla en el mismo momento que vas a desinfectar, ya que pasadas unas horas, el cloro comenzará a evaporarse y la solución perderá su eficacia.
Cantidad de lejía necesaria para desinfectar: 20 ml de lejía por litro de agua.
¿El amoniaco es desinfectante?
El amoniaco también posee capacidad desinfectante, sin embargo, no en la misma medida que la lejía. Sin embargo, hay ciertas superficies en las que quizás el amoníaco es una mejor opción ya que la lejía es bastante corrosiva. Por ejemplo, los marcos de las ventanas, la grifería, las superficies metálicas y cromadas o los parqués sintéticos conviene más limpiarlos con amoníaco.
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¿Se puede mezclar la lejía y el amoníaco?
La lejía y el amoníaco son dos productos complementarios pero bajo ningún concepto deben mezclarse. Esto se debe porque al mezclar ambos productos se produce una reacción química y se genera un gas llamado cloramina que, en contacto con las mucosas, puede incluso causar la muerte.
En un lugar abierto, este gas tóxico puede generar síntomas leves como la irritación de ojos, pero en lugares cerrados, la exposición prolongada puede producir insuficiencia respiratoria.
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